Creativos en tiempos de crisis
He podido participar en un acto de esos que merecen la pena. Eso sí, fui de rebote, porque la persona que tenía que ir, el p. Mariano J. Sedano, CMF, tenía una reunión muy importante en Moscú, y de momento no puede estar en dos sitios a la vez. Nadie es perfecto. Él no podía ir, el p. José Mª Vegas, que se mueve como pez en el agua en este tipo de eventos, tenía mucho que hacer, y Mariano me pidió que fuera yo. Así es la vida, la misión es lo que tiene.
¿A dónde tenía que ir? A un café, a un bar que está en San Petersburgo, en la zona de Petográdskii Raión. ¿Para qué? Para celebrar los 5 años de colaboración del bar con Cáritas de esta ciudad. ¿Quién colabora? Una mujer y su marido. Aleksándra Stepánovna Slízkaia y Aleksánder Fiédorovich Slízkie. Ella es la dueña del bar, y él, su marido, ayuda en la tarea. ¿Qué hacen? Cada día, durante 2 horas, cierran al público el “chiringuito”, y dan de comer a los pobres del barrio. A veces, de la Administración, local o regional, les mandan gente. A veces, del centro de ayuda a madres en dificultades… Vamos, que son conocidos en el mundillo de la beneficencia peterburguesa.
Esta pareja miró a su alrededor, hace ya un tiempo, y vio que crecía el número de personas en dificultades en el barrio. Por lo que yo sé, no son creyentes, pero han hecho verdad eso de la carta de Santiago, capítulo 2º, vv. 14 a 18. No todos los días se cumplen 5 años de ayuda a los demás. Y se lo reconocieron, los pobres que cada día se benefician de su generosidad (dos horas sin ingresar, pagando sueldos, luz, agua y demás, es un capital. Cáritas les ayuda con un proyecto, pero con todo y con eso…) y diversos representantes de la Administración. Variados diplomas, ramos de flores, un par de iconos y varias canciones cantadas por uno de los habituales del local acompañaron la comida –sabrosa- con la que nos obsequiaron.
Allí estaba también un pope ortodoxo, que fue el encargado de abrir el acto. Después yo leí ese texto de Santiago que he mencionado supra, y les deseé suerte en el futuro. Porque esa gente se merece tener suerte. Cuando todo el mundo está preocupado por la crisis (y en Rusia también se está notando), y parece que no podemos hacer nada, este matrimonio ha mirado alrededor, ha visto las necesidades y se ha puesto manos a la obra. Con lo que mejor saben hacer. Cinco años no es mucho, pero mucha gente pasa por delante de café con agradecimiento. Y ciento y pico estómagos cada día pasan un poco menos de necesidad.
Tuve también ocasión de compartir mesa con mucha de la gente que trabaja en Cáritas San Petersburgo. Para ellos tampoco es fácil lidiar cada día con todos los obstáculos que rodean a la beneficencia en Rusia. Aquí, a diferencia de España, la mayoría de personas no son voluntarios, sino que tienen un sueldo fijo, vamos, que viven –sin lujos- de ello. Pero, a pesar de todo, pude sentir la preocupación por los destinatarios de sus proyectos, y la admiración por esa gente, los dueños del bar, que da un poco de lo que tiene a los demás. Pasé un buen rato, al final. Si soy sincero, no me gustan mucho estas recepciones oficiales, pero en esta ocasión, no sufrí demasiado. A mí no me dieron diploma, pero me dio igual. Conocí un nuevo lugar en la Venecia del Norte, donde, cuando vengan huéspedes en verano, podemos ir a comer. Espero que muchas veces. Se lo merecen Aleksándra Stepánovna y Aleksánder Fiédorovich.
¿A dónde tenía que ir? A un café, a un bar que está en San Petersburgo, en la zona de Petográdskii Raión. ¿Para qué? Para celebrar los 5 años de colaboración del bar con Cáritas de esta ciudad. ¿Quién colabora? Una mujer y su marido. Aleksándra Stepánovna Slízkaia y Aleksánder Fiédorovich Slízkie. Ella es la dueña del bar, y él, su marido, ayuda en la tarea. ¿Qué hacen? Cada día, durante 2 horas, cierran al público el “chiringuito”, y dan de comer a los pobres del barrio. A veces, de la Administración, local o regional, les mandan gente. A veces, del centro de ayuda a madres en dificultades… Vamos, que son conocidos en el mundillo de la beneficencia peterburguesa.
Esta pareja miró a su alrededor, hace ya un tiempo, y vio que crecía el número de personas en dificultades en el barrio. Por lo que yo sé, no son creyentes, pero han hecho verdad eso de la carta de Santiago, capítulo 2º, vv. 14 a 18. No todos los días se cumplen 5 años de ayuda a los demás. Y se lo reconocieron, los pobres que cada día se benefician de su generosidad (dos horas sin ingresar, pagando sueldos, luz, agua y demás, es un capital. Cáritas les ayuda con un proyecto, pero con todo y con eso…) y diversos representantes de la Administración. Variados diplomas, ramos de flores, un par de iconos y varias canciones cantadas por uno de los habituales del local acompañaron la comida –sabrosa- con la que nos obsequiaron.
Allí estaba también un pope ortodoxo, que fue el encargado de abrir el acto. Después yo leí ese texto de Santiago que he mencionado supra, y les deseé suerte en el futuro. Porque esa gente se merece tener suerte. Cuando todo el mundo está preocupado por la crisis (y en Rusia también se está notando), y parece que no podemos hacer nada, este matrimonio ha mirado alrededor, ha visto las necesidades y se ha puesto manos a la obra. Con lo que mejor saben hacer. Cinco años no es mucho, pero mucha gente pasa por delante de café con agradecimiento. Y ciento y pico estómagos cada día pasan un poco menos de necesidad.
Tuve también ocasión de compartir mesa con mucha de la gente que trabaja en Cáritas San Petersburgo. Para ellos tampoco es fácil lidiar cada día con todos los obstáculos que rodean a la beneficencia en Rusia. Aquí, a diferencia de España, la mayoría de personas no son voluntarios, sino que tienen un sueldo fijo, vamos, que viven –sin lujos- de ello. Pero, a pesar de todo, pude sentir la preocupación por los destinatarios de sus proyectos, y la admiración por esa gente, los dueños del bar, que da un poco de lo que tiene a los demás. Pasé un buen rato, al final. Si soy sincero, no me gustan mucho estas recepciones oficiales, pero en esta ocasión, no sufrí demasiado. A mí no me dieron diploma, pero me dio igual. Conocí un nuevo lugar en la Venecia del Norte, donde, cuando vengan huéspedes en verano, podemos ir a comer. Espero que muchas veces. Se lo merecen Aleksándra Stepánovna y Aleksánder Fiédorovich.
Alejandro J. Carbajo. CMF
Labels: Beneficencia, generosidad, gratis, San Petersburgo
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